Este peculiar Pacífico empieza en la Australia tropical próxima a Indonesia, para atravesar el continente de norte a sur, sin descuidar el Centro Rojo, para continuar en las tierras de la Larga Nube Blanca, la Ao Tea Roa maorí, con leyendas ancestrales que parten de la mítica Kahiki en algún punto del Gran Océano y llegan a las orillas de la canoa de Maui, la isla del Sur, donde los grandes glaciales cierran la tierra de los fiordos. En la isla Norte aún resuenan los nombres de Abel Tasman o de James Cook cerca de la Bahía de las Islas, donde está hundido el barco insignia de Greenpeace, el Rainbow Warrior. De cuando en cuando se despiertan los volcanes en su centro, en Tongariro, al sur de los centros de aguas termales de Rotorua y Hell's Gate; crecen las viñas en Hawkins Bay, la gente se disfraza de época en Napier y árboles milenarios proyectan sus sombras en los bosques de Waiopua. Mucho más al este, en Fiyi, se hacen encuentros entre familiares de antiguos caníbales y segundos platos, la excusa es la suela de un zapato. En las islas de la Sociedad está el rastro de Robert Louis Stevenson y de Paul Gauguin tras el reflejo dorado de una cerveza Hinano. Mientras en las que un día se llamaron Sandwich y hoy Hawaii quedan restos de refugios, ancestrales en Pu'uhonua, más recientes en Pearl Harbour, antes de llegar a aquel otro que acogió a leprosos, al padre Damien y a un servidor en la isla de Molokai.