Tras un duro asedio de seis meses a la fortaleza de Herodes en Masada, Judea, donde se atrincheran los últimos judíos rebeldes al imperio, el insigne militar Lucio Flavio Silva se encierra en su tienda de campaña para escribir sus memorias. Flavio empezó su adiestramiento desde la base a pesar de su ascendencia noble, tal y como deseaba su padre, un honrado senador romano. Flavio se niega a ser una marioneta de los dioses. Cree en el poder de los hombres y en su determinación por cambiar las cosas para que el mundo sea un lugar más justo, lleno de progreso y bienestar. Imbuido por los ideales, cree en el honor y en la grandeza del imperio, pero a lo largo de su vida descubrirá con dolor y pesar la crueldad del fanatismo (tanto de Roma como de los judíos) y los terribles métodos de sometimiento como la esclavitud, la segregación en castas o la imposición violenta de los ideales.





El susurro de los dioses se sirve de una base histórica para novelar una ficción con un mensaje antiviolencia que se puede aplicar perfectamente a unas circunstancias históricas tan diferentes y a la vez tan iguales como las de hoy en día.