No es de extrañar que haya analogías entre los humanos y los otros animales. La culpa la tienen los genes: esas cositas que se encuentran en las células reproductoras y que transportan toda la información habida. Por ejemplo: el hombre y el ratón comparten gran parte de sus genes, motivo por el cual se experimenta con este encantador mamiferito para el estudio de nuestras enfermedades. Dichas semejanzas me han motivado para escribir estos cuentos en los que 20 animales, escogidos al azar, muestran comportamientos humanos, ensalzando nuestras bondades en ciertas ocasiones; poniéndonos en el ridículo más espantoso en otras. Es muy posible que nos veamos reflejados, como ante un espejo, en alguno de los casos. No ha de preocuparnos, no somos perfectos; tardaremos eones para conseguirlo (y si no, mirad la historia de la humanidad). Lo importante es aprender a reírnos de nosotros mismos. La vida es un juego en el que se juega a aprender.