Palabras de recepción con motivo de la recogida en Barcelona del Premio Nacional de Librerías Españolas

Los Premios Nacionales de Librería los concede cada año la Federación de Gremios de Editores de España. Con esta distinción, que lo es a título honorífico, se distingue una trayectoria profesional. En su cuarta edición han recaído en las librerías malagueñas Prometeo y Proteo. Lo que sigue fueron las palabras pronunciadas en el acto de recogida del Premio, en la ciudad de Barcelona, el pasado 1 de octubre de 1998.

Buenas noches, queridos amigos:

Tomando prestadas las palabras que acaba de pronunciar Juan de Isasa, Presidente del Gremio de Editores de España, quiero señalar que para mí, la concesión del Premio Boixareu Ginesta, también produce el mismo efecto que aquel que en las lenguas semíticas tenía el dar un nombre a las cosas: les imprimía carácter, las marcaba con un destino. Porque este librero de Barcelona que da nombre al Premio instituido era un profesional modélico. Cuando hablaba en público nunca se podía averiguar su edad, pues era tal la frescura de sus planteamientos que siempre resultaban rejuvenecedores.

Quiero darles las gracias por la distinción personal que me hacen, uniendo así nuestros nombres a las tres librerías anteriormente premiadas, Rovafabes, Cervantes y Lagún, todas ellas buenas amigas nuestras, además de compañeros de profesión. Pero inmediatamente recuerdo aquel poema de Bertol Brecht titulado "Preguntas de un obrero ante un libro", y que dice así:

Tebas, la de las Siete Puertas ¿Quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los Reyes.
¿Arrastraron los Reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas?

Felipe II lloró al hundirse
su flota ¿No lloró nadie más?
Federico II venció la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la venció, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba sus gastos?

Una pregunta para cada historia

Y la respuesta es que éste es un premio de todos; de los libreros y editores amigos -quiero resaltar el papel desempeñado por los Editores de Andalucía, especialmente por Ediciones Arguval, en postularnos como candidatos-; de los clientes, de los amigos y de forma particular de las personas que trabajan conmigo en la empresa, a las que en este momento dedico un especial recuerdo.

Viniendo este premio de los Editores quiero animarles a que continuen estas acciones de cooperación, desde el reconocimiento de que estamos, básicamente, del mismo lado -y quiero soslayar en este acto las fricciones surgidas con motivo de los libros de texto escolares. Estamos en el ejercicio de unas profesiones, que vividas con dignidad, pueden hacer serios aportes a la causa de la cultura creativa.

Quiero resaltar esta idea de cooperación frente a la, tantas veces invocada como milagrosa, de la competitividad. La competencia es una teoría del siglo XIX, tomada directamente del darwinismo, y que resalta el caracter excluyente de los individuos o especies: es el llamado darwinismo social. La única competencia que entendemos plausible es la que impide el poderío de los monopolios o de los grandes oligopolios -recordemos que unas cuantas empresas controlan más del 50% del PIB mundial; y la que alude al término francés de competence, que se refiere al saber-hacer, a la profesionalidad, al amor a la propia actividad.

Siguiendo las analogías naturalistas hay que recordar que los fenómenos de simbiosis mutualista u otras formas de cooperación son muy abundantes en la naturaleza, por lo que si de alguna ley natural hubiésemos de tratar debería ser de aquella del mutualismo como tendencia dominante. La bióloga I. Margulis ha mostrado cómo el paso decisivo en la vida de los organismos superiores fué aquel por medio del cual las células procariotas se convirtieron en eucariotas. Está bien establecido que esta célula constitutiva de gran número de organismos procede de una simbiosos mutualista. Frente al darwinismo social bien podríamos invocar el margulinismo, también, social.

Resumiendo se trataría de competencia entre similares, que respetan las reglas de forma leal, que mejoran su saber-hacer y que establecen climas de cooperación.

Recayendo en nosotros esta distinción, de alguna manera, se incide en unos profesionales que estamos en la labor de fomento de las librerías palpables, del libro de papel, y del tiempo del que camina. Digo esto sin ánimo de denostar o rechazar la realidad virtual, el libro de silicio o el tiempo fotónico. Estamos convencidos de que las nuevas tecnologías deben de ser asumidas, pero desde la conciencia de que las antiguas han de seguir ocupando el lugar preferente de nuestra actividad profesional.

Procuraremos contravenir la vieja ley latina que decía aquello de que "honores mutant mores", para poder soportar con modestia esta notable distinción que se nos hace, y de camino mantenernos persistentes en esa tensión de amar los libros en un mundo que muchos pretenden periclitado.

Y para lograrlo tuvimos la fortuna de dar con aquel aforismo que Cervantes pone en boca de uno de sus personajes. Dice así: llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala; y esto nos llevó al poema de Borges, titulado justamente Llaneza, y que a continuación paso a leerles:

Se abre la verja del jardín
con la docilidad de la página
que una frecuente devoción interroga
y adentro las miradas
no precisan fijarse en los objetos
que ya están cabalmente en la memoria.
Conozco las costumbres y las almas
y ese dialecto de alusiones
que toda agrupación humana va urdiendo.
No necesito hablar
ni mentir privilegios;
bien me conocen quienes aquí me rodean,
bien saben mis congojas y mi flaqueza.
Esto es alcanzar lo más alto,
lo que tal vez nos dará el Cielo:
no admiraciones ni victorias
sino sencillamente ser admitidos
como parte de una Realidad innegable,
como las piedras y los árboles.

Con este espíritu recojo el premio con que nos distinguen.

Muchas gracias. Moltes gracies.

Barcelona a 1 de octubre de 1998
Francisco Puche Vergara, en nombre de Librerías Prometeo y Proteo

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