En los últimos años la realidad de las organizaciones sin ánimo de lucro está cambiando de manera radical. La profesionalización del sector, el nivel de exigencia, tanto por parte de la administración como por parte de la sociedad, va en aumento. Es necesario que las entidades sean capaces de adaptarse a los cambios que van surgiendo para mantener su supervivencia y garantizar su sostenibilidad. La credibilidad, la transparencia, la independencia y el valor añadido son conceptos que se deben incorporar a la gestión de las organizaciones.
El cambio más profundo se refiere a la financiación. En un inicio, las entidades no lucrativas no dependían económicamente de la administración pública, entre otros motivos porque no existían aportaciones por parte de ésta. Sin embargo, con el tiempo, esto fue cambiando, hasta llegar a la actualidad donde el nivel de dependencia es muy elevado. Esta situación, unida al cambio actual de la política de financiación pública, hace que sea imperativo que las entidades que quieran sobrevivir empiecen a pensar en cambiar su modelo de financiación: menos dependencia económica de la administración y mayor diversificación de sus fuentes de financiación.