El caso de Fray Bartolomé de Carranza y Miranda, Arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, fue tan particular y notable, que ocupa un muy alto lugar entre los más raros y extraños que han acontecido.
Lo cierto es que su historia es asombrosa. Se ve en ella un varón tan literato, tan respetable y virtuoso, que manejó los empleos de su religión, que desempeñó gravísimos encargos de sus reyes, que asistió con tanto aplauso al Concilio de Trento; fue alguien que consoló, remedió y dio cielo a muchas almas, y que logró en España y fuera de ella una inmortal fama por su literatura y otras esclarecidas virtudes.
Fue preso por la Inquisición varios años en España y Roma, despojado más tarde de su arzobispado, encarcelado sin razón y aguantó con la paciencia propia del Santo Job todo juicio de sus superiores.