Pasado y presente se encuentran en estos breves relatos. En apariencia inconexos, se entrelazan poco a poco para formar una historia. Vivencias ficticias ?que pudieron ser reales? de una ciudad que día a día, y sin darnos cuenta, se va transformando, cuando no desapareciendo de la memoria de sus habitantes. Pasado y presente también se combinan en las imágenes que acompañan al texto. Así, en perfecta armonía, tranvías, modernos coches y autobuses circulan sin pudor por viejos puentes bajo los cuales ya no discurre ningún río. El propio río, emblema de la ciudad, ya no es río y sus ocasionales aguas ya no distraen la mirada de los vecinos ni perturban su tranquilidad. También se han esfumado edificios y palacios que fueron emblemáticos. La piqueta y la avaricia los han hecho desaparecer y, sin embargo, se levantan tozudamente. Mientras, los personajes de la historia, ajenos a este asombroso fenómeno, continúan con sus azarosas vidas. No es este un libro para la nostalgia. Sí que es una recuperación de la memoria urbana para mantenerla viva. El hombre hace la ciudad, pero es la ciudad la que, en cierta manera