Siria, Iraq y Libia en el estado de desarticulación harto conocido. En la frontera, Malí esperando la sentencia, Túnez en un estado de calma tensa, un incierto Egipto y Gaza que todavía se esfuerza por conseguir una paz imposible. Incluso Argelia, potencia militar y energética, ha socavado el futuro de sus millones de jóvenes sin horizonte. En este Mediterráneo de todos los peligros, el único centro de la estabilidad es la nación Alauita, una de las más antiguas, con su Rey arraigado en la misma. Parece obvio que habría que congratularse por ello. Y, sin embargo, no es lo que ha sucedido. Todos los progres existentes entre París y Bruselas antes de la tragedia de Charlie Hebdo se han dedicado a criticar a Marruecos, a su patriarcado, a su Rey y a su Sáhara en nombre del templo europeo de las libertades, cuyas limitaciones, sin embargo, todo el mundo puede claramente ver en Ucrania. Este discurso tan manido sobre la monarquía marroquí, que habría cometido el error de no ser republicana, lleva generando desde hace años libros y tensiones sin parar. No es éste un libro más "sobre el Rey", sino un libro-documen