Consolación es una joven de quince años que nació en un
pequeño pueblo de la provincia de Jaén a principios de la
década de los sesenta. Su familia es muy humilde, pero
sueña con vivir en una gran ciudad para poder estudiar
y labrarse un porvenir y un futuro estables.
El deambular diario le arrastra durante su juventud por
las mieles de una felicidad pasajera, casi artificial, en Valencia,
donde trabaja y estudia desde que dejó su Jaén
natal. En la capital levantina conoce gente y costumbres
diferentes, que le hacen trazar en su mente un mapa de
tradiciones, anhelos y sensibilidades distintos a los de su
tierra; y descubre el amor y la sexualidad.
Todos sus sueños se materializan, pero también se hacen
realidad los sinsabores de una vida cotidiana que,
teniendo todos los ingredientes para ser feliz, no lo es,
pues tras una breve trayectoria vital, y sin que lo merezca,
aparecen en su vida los contratiempos, las desdichas
y los dramas, con los que, incomprensiblemente, la existencia,
la Naturaleza o los dioses castigan a menudo a las
almas más nobles.