A través de una variada sucesión de relatos (algunos mantienen cierta ligazón con otros), el autor indaga sin cortapisas en la condición canalla del ser humano, decidido a toda costa a profundizar en la compleja vida de un sicópata, de unos ladrones de ocasión, de una mujer con doble vida y estrella de la tele, de un torturado dispuesto al sacrificio, de una joven víctima de la guerra y de un pájaro, de un vaquero con facilidad para el engaño, o de otros personajes no menos siniestros; aunque también ha reservado espacio para el rastreo de personajes más frívolos, con sus faltas veniales a la espalda.

Indudablemente los méritos de estas historias son variados y se afianzan a medida que se va progresando en la lectura; no obstante, lo que se hace patente desde la primera página, es la fosforescencia, la corporeidad, tanto de personajes como de territorios, de manera que al instante puede dibujarse en el cerebro del lector la película completa de la historia. Sin duda llevan la impronta cinematográfica.

Con Teórica del fuego, Julio Mauriz da un giro formal a su trayectoria literaria, evidenciando la perentoria necesidad de huir de la ortodoxia y convencionalismos narrativos. A través de los 20 relatos que integran la obra, no ha hecho otra cosa que referir a través de novedosos caminos, cuando no utilizando el riesgo de otras vías experimentales, trayectos que lo aproximan a la búsqueda incesante del método más óptimo de comunicarse con el lector, sin caer en los automatismos.