Inés aparca la grandilocuencia de las palabras con su laberinto de imágenes, y recupera la sencillez, la pureza más emocionante: la que permite a los lectores más limpios e inocentes acercarse a un caudal de sensaciones que, a través del ritmo y un repertorio de juegos, onomatopeyas, formas y colores, nos habla de juguetes, instrumentos, animales, estrellas, nubles, flores, campanas..., elementos que son vitaminas de magia que también les ayudan a crecer.
Este nuevo libro de Inés la convierte, gozosamente, en reincidente. Ella fue pionera en el mundo de la literatura infantil en Málaga, y una vez más vuelve a recordarnos ahora lo difícil que es situarse al nivel de los niños.