Moscas, Amor, Nada, Mundo, Casa, Morfina, Belleza, Crepúsculo, Tormenta, Acantilado, Lluvia, Fracaso, Vaca, Libro, Naturaleza, Contradicción, Inocencia. Éstas son algunas de las palabras que Emilio Arnao escribe con mayúsculas. En El Libro Negro se acumulan así todos los lemas sagrados del romántico, del rebelde que, como Rimbaud, descubre refugio en la naturaleza, es decir, en lo estético. La poesía de Arnao alcanza las más altas cumbres del verso egotista. Por la voz de quien afirma sólo creo en mí llegamos a conocer la confesión poética, radicalmente original, desde la infancia hasta la madurez desencantada de un hombre. La extraña combinación de tono coloquial e imágenes audaces, surrealistas, no ha de ocultar la profundidad de un discurso cuajado de anécdotas inverosímiles y una visión a veces atropellada por la sensación de frivolidad o alocamiento. Al fin es la pureza de esa mirada infantil del poeta, su estupor ante la realidad, el dolor por construirse hombre, lo que Arnao plasma con inconfundible voz, brutalidad y hondo lirismo. Blasfemo, sentimental, irracional, maldito, con este libro Arnao se demuestra dueño de un lenguaje maduro, absolutamente marginal y personal.