Lo que tienes en las manos no es un libro, es el resultado de todas mis cicatrices, los restos que me dejó el huracán del amor y la muerte. Soy de aquel lugar en el que esté mi gente, soy de aquella gente que me hace sentir en casa; he vivido más pelándome las rodillas en la calle que hincando los codos en clase, solo sé de la vida lo que un libro no puede enseñarte.


Escribo para tratar de conocer el mundo en el que vivo y a la persona que hay enfrente del espejo. Escribo para convertir el dolor en algo que valga la pena,  para entender el porqué de todo lo que me pasa y para prevenirme de todo lo que me pasará. Para explicar mi forma de ver las cosas y a las personas. Escribo porque no sé vivir de otra manera.