¿Cuánta gente a nuestro alrededor ha sufrido cuando el sistema o un mal jefe pisaron su alegría e ímpetu juveniles por intentar hacer las cosas bien? ¿Cuántas personas se han visto forzadas a enterrar o perder por el camino algo de su propia naturaleza como individuos únicos al tener que doblegarse para sobrevivir? Es más, puede que nosotros
mismos seamos una de estas personas que viven en mundos de claroscuros o de oscuridad perpetua, insatisfechos, desperdiciados, abandonados a una rutina improductiva o, como bien definiría el protagonista de esta novela llena de luz, “competentemente ineficientes”. Pero, ¿y si un día cualquiera resulta que un detalle largo tiempo inadvertido o el recuerdo de un momento feliz sale a flote y no sólo nos arranca una sonrisa? ¿Podría algo tan inocente como una vieja fotografía convertirse en el germen de una energía renovadora que transforme una vida anónima?