Mañana del miércoles 28 de octubre del año 1598. Las autoridades, despojadas para la ocasión de los lutos ordenados desde la Corte por la muerte de Felipe II, se hallaban dispuestas sobre un tablado levantado ante la fachada del Ayuntamiento, en una Plaza Mayor abarrotada por el gentío, músicos y formaciones de las milicias. El portero del Cabildo municipal, al grito de Žoíd, oíd, oídŽ, reclamaba silencio a la multitud para que el alférez mayor de la Ciudad, tremolando el pendón real a un lado y a otro, proclamara en altas voces: ŽCastilla por la Majestad del rey don Felipe, nuestro señor, tercero de este nombreŽ. Así lo repitió por tres veces, añadiendo a la tercera Žque Dios guarde muchos añosŽ. El subsiguiente tremolar de banderas por las compañías de soldados, las salvas de arcabuz, la música y el aborozo general completaron la ceremonia del comienzo oficial de reinado de Felipe III en la ciudad de Málaga y su tierra, al que esta obra pretende aproximarse. A partir de ese momento se recuperó la actividad política, aletargada en los últimos meses por la enfermedad del Rey Prudente que le llevó a dejar ese mundo el domingo 13 de septiembre anterior. Sin embargo, la actividad económica, representada por las manufacturas de los oficios agremiados, las ŽindustriasŽ de transformación de Los Percheles, el trasiego derivado de los abastecimientos de la alhóndiga y del pósito del trigo, y el ir y venir de lo barcos mercantes a la playa y al puerto de la ciudad para dar salida al vino y demás productos del agro malacitano, especialmente en aquellos meses de septiembre y octubre (época llamada de la vendeja), mantuvo su ritmo habitual. Ese pulso vital en lo político, en lo económico (y por supuesto en lo social), de la urbe malacitana durante un nuevo reinado en el arranque también de un nuevo siglo, es el objeto de esta obra. Si te decides a comprarla, amable lector, gracias; si además la lees, muchas gracias; y si te la ha regalado alguien, por favor, no se lo tengas en cuenta.