En este libro, viajaremos desde La Llanura Inventada, quizás por Cervantes en las hazañas de don Alonso Quijano en busca de su amada Dulcinea, “dilatada y cerrada a lo lejos por montañas azules”, atravesando las Montañas de Fuego de Ciudad Real desdibujadas por el tiempo en sutiles cabezos y negrizales volcánicos que suponen un recurso y patrimonio maltrecho por la acción humana.

También sortearemos hoyas y navas que, de tanto en cuando, son regadas con abundantes lluvias generando un paraíso de vida y agua, un espejismo en el yermo y árido terreno calatravo y que sirvieron de abrevadero para ganados y transeúntes, donde Magma y Agua fueron, sin duda, una mezcla explosiva.

Estas huellas de la actividad interna del planeta, están salpicadas por vestigios humanos de tiempos remotos, gloriosos y condenados, inmortales y olvidados, que han resistido el paso de las décadas, siglos y milenios, o que han sucumbido a Chronos – dios del tiempo – a la dinámica propia de los agentes erosivos del planeta, y de las diferentes sociedades y pueblos que habitaron este terruño, y que podremos entenderlos a través de la Etnovolcanología: una especie de Simbiosis Sociedad-Volcán que se da en todos aquellos territorios fraguados al calor de los volcanes.

Por último, algunas aclaraciones sobre vocablos “geocientíficos” se recogen en el Glosario final, que precederá a las referencias más importantes de diversos trabajos previos, tanto del fenómeno volcánico a nivel mundial, como específicamente del calatravo (al que pertenece Ciudad Real).