Detrás de un holograma humano y de una lolita del J-Pop, late unadeidad; bajo el hotel cápsula hay una casa medieval; en el robot decompañía habita un espíritu ancestral; en el salaryman preexiste unsamurái, y en el CEO un shogun; la sirvientita victoriana delmaid-café repite ecos de la geisha; en la obediencia laboralsobrevuela el fantasma de Confucio; y en el minimalismo de laarquitectura de vanguardia está el vacío del zen.
La miradade este viajero percibe una sociedad algo triste, atrapada en elcansancio laboral y en un panóptico digital de ilusoria libertad.
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