Las tecnologías comunicativas reorganizan las actividades de la vida cotidiana y las relaciones sociales, y así —consecuentemente— transforman a las personas. Desde esta premisa parte la investigación que se desgrana en «Visiones juveniles de un futuro que se virtualiza».
Este libro analiza las representaciones que tienen las personas jóvenes (entre 15 y 29 años) sobre cómo se van a ver afectadas sus vidas por tales cambios, cuando están en curso transformaciones que hacen que el futuro de la generación joven aparezca lleno de incertidumbres.
«Visiones juveniles de un futuro que se virtualiza» se estructura en torno a tres ámbitos que afectan a la juventud cuando el mundo se virtualiza, a saber:
—Desarrollo de la intimidad y manifestación de los afectos.
—Enseñanza reglada e inserción laboral.
—Prácticas políticas, culturales y lúdicas.

El libro, así, muestra que este presente en trance de virtualización es, en realidad, un prefuturo, porque la existencia ya se está reconfigurando. Es tiempo existencial de desconcierto, de provisionalidad. Finalmente, de enajenación, que es lo que sucede cuando para vivir se depende y no cabe independizarse de lo que desvive.
Para la actual generación joven, la enajenación se manifiesta como dependencia del trabajo que no independiza. Y como dependencia de vínculos amorosos que no vinculan. Estas dos desvivencias —laboral y emocional— son el nudo gordiano de la infelicidad y, por tanto, de la insatisfacción y la resignación. Actitudes que, al tiempo, están asumidas en las visiones del futuro de esta generación juvenil y que aplican en sus relatos, según los ámbitos exitenciales y las ocasiones.