Narración laberíntica sin hilo de Ariadna, una intriga surrealista y delirante en los márgenes de realidad y ensoñación; una hilarante reflexión a la vez mundana y cósmica donde los personajes se construyen en el deseo de ser una ficción lejana a la indiferencia. Como dijo Fernando Aínsa, Mondragón pertenece a esa diáspora uruguaya que impulsó un "realismo ensanchado y penetrado por lo insólito, lo extraño, el absurdo, verdadera subversión mayúscula e hiperbólica de lo real?(que) en vez de investirse con los ropajes de lo fantástico, prefiere bordear los límites de lo real sin llegar a franquearlo". En palabras del mismo Mondragón: La búsqueda del incierto punto de encuentro entre el mundo y la realidad desdibuja cualquier posibilidad de ponerlo en perspectiva. Lo real organiza la historia, pero la imaginación cuenta la historia de la vida. En una prosa densa y de riqueza inaudita, entretejida de caleidoscópicas y fulgurantes imágenes, Juan Carlos Mondragón, describe la conciencia fracturada, en ruinas, del hombre moderno en su relación paroxística consigo mismo, con sus sueños destrozados y con su futur