Astorga y Maragatería están presentes por partida doble en la vida y en la obra de Enrique Gil, quien estudió dos cursos en el Seminario de Astorga, en 1830-31, en una etapa crucial de su formación humanista y su maduración personal. Cuando Gil regresa a Astorga, años después, como viajero y periodista, evoca los recuerdos de su juventud en el seminario y publica tres artículos de viajes y costumbres recogidos en esta antología. Se trata de dos reportajes sobre los maragatos —publicados en 1839 y 1844 en el Semanario Pintoresco Español y en Los españoles pintados por sí mismos. La tercera pieza pertenece a la serie Bosquejo de un viaje a una provincia del interior, que Enrique Gil publicó en el diario El Sol en 1843.
“La Astorga mística de la campana de la oración, y la Astorga pintoresca de los arrieros se entrelazan en esta antología” en palabras de su editor, Valentín Carrera. En efecto, el libro —prologado por Juan José Alonso Perandones, Alcalde de Astorga— incluye también el poema La campana de la oración por la evocación astorgana de ese tañido al alba y toque de ángelus que podría ser la campana María de la catedral maragata, cuyo son despierta en el poeta una misteriosa voz interior.
La obra se engalana con fotos del Archivo Loty del ILC, facsímiles de los artículos de Gil, y cinco lecturas de otros tantos astorganos relevantes: un fragmento de la biografía de José María Goy, publicada por El Pensamiento Astorgano en 1924; un fragmento de Cisne sin lago, de Ricardo Gullón (1951); los ensayos El viajero Enrique Gil, del añorado profesor José Antonio Carro Celada, y Pervivir en la obra, del astorgano-charro Andrés Martínez Oria; y la delicada miniatura romántica de Marifé Santiago Bolaños Un viaje a Maragatería con Gil y Carrasco”.