Joaquim Cabot es un constructor de sueños. Se podría decir que aparte de su prestigioso oficio de joyero, que elevó la marca Cabot a la altura de las grandes orfebrerías europeas, su mayor “joya” fue la del edificio del Palau de la Música. Presidió la Associació Orfeó Català cuando esta dio un salto organizativo y se planteó construir una sede permanente y un auditorio, que todavía hoy es una de las maravillas modernistas más emblemáticas de Barcelona y un referente en programación musical en todo el continente. Cabot es un barcelonés con vocación universal, capaz de reunir medios y voluntades para hacer posibles las realidades, y también pudo vencer las épocas de represión y autoritarismo que le tocó vivir. Un orfebre, escritor, poeta, promotor, político, líder social, mecenas y excursionista; un hombre idealista, pero al mismo tiempo, obsesionado con materializar los sueños: como expresó el día de la inauguración del Palau de la Música, dirigiéndose a los escépticos: "Venid, abrid los ojos, extended las manos, contemplad y tocad lo que no fuisteis capaces de soñar”.