En Un idiota como tú estamos ante un monólogo interior de un joven de clase media, un viernes de la segunda mitad de los ‘80. La narración recoge el veloz ritmo de la época y la voz inmadura, pero dolorosamente honesta de su protagonista, quien empieza a entrever con horror la vida adulta. Asistimos a un recorrido vertiginoso de la fauna nocturna de esos años, visitando a través de los ojos del narrador una Zaragoza en pleno cambio hacia una modernidad más decorativa que real.

En palabras del autor «El protagonista bebe, folla, se droga, pelea al mismo tiempo que va de un sito a otro sin parar demasiado en ningún lugar, lo normal con esa edad y en esa época. Traté de que el discurso fuera lo más realista posible, por eso su mente pasa de un tema a otro, de cosas importantes a sandeces sin ninguna transición… Uno de los temas que me interesó fue reflejar esos años: la rapidez con la que hacíamos las cosas, el ritmo de esa época y la mezcla de arrogancia, estupidez y miedo al futuro de oficinistas de mierda que nos esperaba».

Un idiota como tú es el retrato de un tiempo y una mentalidad que sigue siendo tremendamente actual, aunque su salvajismo atente contra las mentes bienpensantes que quieren tenerlo todo bajo control a costa de nuestra libertad, reflejada en cosas tan sencillas como decir lo que se quiere decir, hacer lo que se quiere hacer, bailar lo que se quiere bailar, pero a la vez también es una anti-novela de iniciación, cuando la pérdida de la inocencia ya es un hecho y lo único que queda son sus brasas.