Cuando la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas reconoció con retraso las seis décadas de Howard Hawks en el cine con un Oscar por el conjunto de su carrera, en 1975, le citó como un gigante del cine americano cuyas películas, analizadas en conjunto, representan uno de los trabajos más consistentes, vivos y variados del mundo del cine". Durante la mayor parte de su carrera, Hawks fue considerado como un director competente, con bastante éxito de taquilla. No fue hasta el final de su vida cuando los críticos serios empezaron a darse cuenta de que también era uno de los artistas más importantes de la historia de Hollywood. Director versátil, trabajaba con la misma facilidad en todos los géneros, y tenía una capacidad increíble para arrancar interpretaciones sorprendentes de sus actores. Tal como atestiguan las entrevistas publicadas en este libro, Hawks era un artista reflexivo, a veces incluso lacónico. Su proverbial astucia para la construcción de historias y su maestría en la técnica cinematográfica se manifiestan en las anécdotas que cuenta sobre la producción y sus análisis de las personalidad