Reconócelo: te has partido mil veces de risa con las surrealistas salidas de madre de Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda, y sientes que, inevitablemente, se han instalado para siempre en tu cabeza. Y no disimules, todavía te duele la tripa por las carcajadas que te provocaron aquellas delirantes Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar. ¿No me digas que tu risa se descontroló con José Mota? ¡Acabáramos! ¿O lo tuyo es el humor absurdo de Muchachada Nui y La Hora Chanante, los arrebatos rústicos de Agustín Durán, las ocurrencias de Amador y DJ Teo en La que se avecina, los muñecos de Mari Carmen o la empanadilla de Móstoles, de Millán Salcedo? Sea como sea, ¿verdad que todos recordaremos con admiración el surrealismo, la absurdez y la acidez del genial José Luis Coll? Es evidente que estos personajes son muy diferentes entre sí, pero todos tienen algo en común: ¡Son manchegos! Y es curioso porque, hasta ahora jamás se había diseccionado el humor manchego, que aun brotando de "algún lugar de La Mancha", termina siendo tan universal como el dúo Sancho-Quijote. Con ánimo de conocer