Sobrevivir no significa vivir. Así es como se siente la protagonista, cuando comienza su relato con "Nací cuando tenía nueve años, diez meses y siete días". Un exceso de prudencia en el entorno que rodea a EliÜka hace que su cerebro se revuelva constantemente para buscar respuestas a las preguntas que tampoco han sido formuladas. Al hacerse adulta, ella interpreta ese silencio como que a nadie le importa su vida. EliÜka considera que nació de nuevo como consecuencia de un asesinato. Su madre mató a su hermano pequeño y luego ella misma se quitó la vida. Hasta entonces, habían llevado una vida rutinaria, en la que no existían indicios de los trágicos acontecimientos que estaban por venir. No se halló una carta de despedida, los testigos del último día de la madre y del hijo permanecen silenciosos al cabo de los años, dicen que no se dieron cuenta realmente de nada. Por tanto, EliÜka crece a partir de los diez años como si empezara una vida nueva. Una vez que llega a la edad adulta se propone aclarar no sólo lo que pasó, sino qué puede esperar de un futuro con este estigma. ¿Por qué lo hizo la madre? Y por qué