Uno de los objetivos prioritarios del ser humano siempre ha sido aspirar a una vida mejor, pero no siempre se consigue en el entorno donde se han comenzado a desarrollar sus raíces.
Llevados por ese anhelo, siempre se han producido desplazamientos, en ocasiones de personas, y otras de familias al completo que han abandonado sus lugares de origen, estableciéndose, la mayoría de las veces, en otros muy distintos.
El poder de adaptación de cuantos viven estos hechos, es muy diferente entre sus protagonistas;
desde quien lo hace sin mayor problema, hasta quienes no soportan el cambio y tienen que regresar a su lugar de origen. Pero por fácil que resulte la adaptación, siempre permanece un fuerte vínculo entre la persona y el entorno donde comienzan a desarrollarse sus raíces. Las mismas que se resisten a deshacer sus ataduras con el entorno que le ve
nacer; ese entorno que graba en sus sentidos el paisaje, acompañado de los colores, olores, sonidos y, en general, el conjunto de percepciones sensoriales