Jean Claude Dubois está preso en la cárcel de Colmar, en Alsacia, acusado de intento de asesinato de un joven magrebí cometido por nuestro protagonista, aunque él es inocente.
En la cárcel, Jean Claude reflexiona sobre la situación actual de la inmigración norteafricana en su país, muy en especial sobre los jóvenes de segunda y tercera generación. También le preocupan las reacciones xenófobas de los miembros de la ultra derecha.
Cuando Jean Claude cumple sesenta y cuatro años hace un repaso de su vida que empezó en 1951 en la ciudad de Roanne. Así trata de recordar los cambios de su vida, que van desde dejar sus estudios para ayudar a su madre, hasta alcanzar un cargo de la máxima responsabilidad en una importante empresa textil de Lyon.
Además recuerda a las mujeres que tanto condicionaron su vida, pues de una situación de privilegio pasó a ser el modesto propietario de una tienda de zapatos.
Su continuación En Denia y sin zapatos profundiza en la estrecha relación que existe entre Jean Claude Dubois y su nieta Claudette Dubois Llopis, ambos residentes en Denia.
Relata el devenir del abuelo Jean Claude, desde el momento de su jubilación y la venta de su tienda de zapatos en Francia, hasta su deterioro y trágica muerte cuando contaba 95 años.
Por las páginas desfila una galería de seres variopintos, de distintos orígenes, con diferentes lenguas, que también han escogido Denia para fijar su residencia. Con algunos de ellos, pero en especial con algunas, Jean Claude tiene coincidencias, acercamientos y alejamientos, aunque también notables rechazos, que resultan evidentes en el relato.