Hablar del control de constitucionalidad de la ley es un empeño de aparente sencillez que, apenas combate su objetiva dificultad por el hecho de que nos sirvamos del plural, pretendidamente comprensivo, de controles de constitucionalidad de las leyes. No solo porque se trate de aludir a distinciones basilares, para poner de manifiesto la contraposición entre una genérica modalidad de control difuso y unas u otras variantes de control concentrado. Ni siquiera porque se trate de dar cuenta de la manifiesta complejización de la ley (de las normas dotadas de ese rango, fuerza o valor). Pues, a esa acumulativa complicación, en los ordenamientos constitucionales de nuestro tiempo, se suma la derivada de la apertura de un parámetro de control, expuesto a un variable tracto de estandarización, mediante un diverso grado de imbricación en espacios compartidos de sujeción, al hilo de cláusulas habilitantes de variable sentido y alcance.