El impacto que produce en Ernesto, el protagonista, la muerte de su amigo Tomás es el detonante de una búsqueda. Anteriormente, él y otros tres compañeros, empleados de banca, son invitados a prejubilarse, a cobrar sin tener que ir a trabajar, como el antiguo rey sumerio Gilgamesh, un semidios.
A Tomás, en uno de los encuentros culinarios periódicos del grupo, se le escapa que su hijo Pere tiene un problema con una apuesta que seguramente perderá. Deciden ayudarle y el primer paso es investigar a la otra parte apostante. Se trata de Wang, un chino que ha recalado en Barcelona y ha abierto varios restaurantes en la ciudad. Pero lo suyo es vivir la vida, apostar y eludir a las reiteradas peticiones de su madre para que vuelva a China y se case.
Esto marca el inicio de un cambio de acontecimientos, ya que el asiático no permanecerá impasible y Tomás muere de un ictus provocando en Ernesto el recuerdo de una broma de sobremesa, que él se tomó en serio.