Es otoño, noviembre, el mes y la estación del año que más llama al viajero que está pensando en realizar un viaje, es un gozo viajar en el mes en que algunos árboles, sirviéndose de sus hojas, se visten de flores, se convierten en verdaderos ramos gigantes de flores, cuando sus hojas parecen permutar en flores, aunque por tiempo muy limitado, el suficiente en que poco a poco esas hojas van desprendiéndose de sus ramas y caen tapizando el suelo con una magnífica alfombra vegetal; cuando el paisaje, duro y a la vez blando y amable, adquiere colores bermejos, anaranjados de fuego, de oro y plata. El otoño añade —si es que esto es posi-ble— valor al paisaje y lo adorna en toda su magnificencia. Decididamente, en este mes de naturaleza majestuosa, emprenderá el viaje. Sí, ya lo tiene decidido, hará ese viaje.