Se sienta y escribe

Los personajes de esta novela, sin saberlo, aman las palabras, las ofrecen, las ocultan, las ponen sobre la mesa, las tienden a secar al sol y las intercambian, mostrándonos la manera en que han decidido jugar, vivir.

El diván es un trampolín invisible, la hoja en blanco, un lugar.

Madrid los mira, los quiere, los guarda.

Los versos saltan de página en página intentando posarse sobre la piel del lector.

Asistimos a la investigación de un asesinato, guiados por el singular Quino Velarde y sus compañeros de viaje.

Un conjunto de decisiones, tomadas en fronteras opuestas, se entrelazan como el agua de diferentes ríos y ponen en marcha una historia que, al provenir de un silencio cruel, exigirá de los protagonistas un baile de eternas melodías que los lleven hacia el siguiente paso.