Carmen de Burgos, tanto o más conocida por su apodo, Colombine, aunque utilizó otros como fueron Perico de los Palotes, Gabriel Luna, Raquel, Honorine o Marianela, escribió unos cincuenta relatos o novelas cortas, y aunque es muy conocida por su obra Puñal de claveles (1931), que se anticipó en dos años a Federico García Lorca, que utilizó la misma tragedia –real, por cierto– ­para escribir su famosa Bodas de Sangre. Carmen de Burgos tuvo una vida intensa, que tuvo un punto culminante en su juventud en un matrimonio desgraciado, en el que tuvo que soportar maltratos, infidelidades y la muerte de tres hijos de muy corta edad, hasta que decidió dejar a su cónyuge e instalarse en Madrid ya con el oficio de periodista y escritora, a una vida vinculada al derecho de las mujeres. Siempre denostada, nunca fue bien considerada por una parte de sus compañeros de profesión, que estimaban que era más la amante de Ramón Gómez de la Serna, veintiún años menor que él con el convivió dos décadas, que una escritora a considerar. A Carmen de Burgos hay que agradecerle que, además de su labor en pro del feminismo –aunque el