El destino unió a tres personas que nunca debieron haberse conocido.
Un mes antes de que Gloria cumpliera dieciocho años, dos turistas visitaron el remoto caserío de Chamorga donde estaba veraneando. Ella, morena, se llamaba Cisne, como una de las constelaciones estivales. Él, rubio, respondía al nombre de Orión, igual que el cazador de invierno. Conducían una destartalada furgoneta de un color verde aceitunado.
Veinte años después, unos espeleólogos que están explorando una cavidad cercana a Chamorga encuentran un cadáver que, según todos los indicios, podría ser el de una persona que desapareció ese fatídico verano.
Cuidado con las malas compañías, había oído Gloria más de una vez, pero donde manda el corazón, la cabeza tiene poco que decir.
Malas compañías es un desazonador thr