La poesía de Miguel Sáez es una celebración vital de todo lo que él aprecia, añora y recrea con palabras y ritmos del romance antiguo, con sus rimas asonantes y sus versos de arte menor, con la musicalidad de los topónimos de acento árabe, sus expresiones regionales y locales y de vez en cuando un refrán o frase coloquial.

Estos textos van acompañados de los cuadros pintados por él como eco plástico de sus metáforas: no sólo ilustran el campo verde de Mojácar con todo su colorido: su perfil de pueblo blanco contra el cielo azul violáceo, sus palmeras verdes y sus caminillos estrechos y tortuosos, sus ilustraciones también plasman sus ensueños y sus fantasías eróticas captadas en esas figuras femeninas impresionistas que celebran la sensualidad femenina y la fuerza vital del poeta que las lleva en sus adentros.