Ésta es la historia de una mujer que no se resignó a vivir una vida mediocre. Nacida en el ambiente de una familia de la aristocracia y dotada de una vigorosa personalidad, Luz Casanova realizó su propio camino dentro de una sociedad y una iglesia que no estaban aún cabalmente preparadas para comprenderla.



En contacto con los terribles problemas sociales del Madrid de principios de siglo, supo dar un salto mortal para volcarse en el compromiso con los más pobres y débiles sin dejar de ser ella misma. Llevó a cabo un modelo de mujer más propio de los tiempos del Concilio Vaticano II que de su época. Se resistió a ser una "monja" en el sentido tradicional del término y, después de cincuenta años de trabajar por libre en los barrios y suburbios más pobres de Madrid, acabó creando algon nuevo: una congregación religosa de mujeres -las Damas Apostólicas- que no han dejado nunca de tener los pies en el suelo, una profunda espiritualidad y una fuerte y saludable raíz secular.



Hoy, sus intuiciones en favor de los débiles, cuando los términos "justicia" o "teología de la liberación" son habituales en nuestro lenguje, nos parecen obvias. Pero en la España republicana, la de la Guerra Civil y la posguerra, las cosas no estaban tan claras. No en vano, una de las causas de aquel lamentable conflicto bélico fue precisamente la situación en que se encontraba la clase trabajadora.