Me ha cautivado la magia con imperdibles desde hace años, cuando vi por primera vez el efecto Piff Paff Puff. Me gusta la magia con imperdibles porque a mi público le gusta. Le gusta porque los imperdibles se aceptan como artículos comunes y corrientes, y la magia realizada con artículos comunes y corrientes suele ser más desconcertante que los efectos realizados con materiales que se perciben como posiblemente trucados. Casi todos los espectadores prefieren ver un misterio de cerca antes que otro ejecutado a distancia. Esto es así porque la gente cree que el mago puede engañar más fácilmente al público mientras más lejos esté. Por tanto, el público disfruta mucho más cuando ve magia que se presenta a sólo unos centímetros de sus ojos. Los efectos que describe Jerry Andrus en este libro son tan ingeniosos que, la mayor parte de las veces, los espectadores pueden situarse tan cerca como deseen sin por ello descubrir los métodos que se emplean.