La ciudad que conocemos es la que crece y se transforma a partir de su designación como capital del Estado, dando lugar al Madrid de los Austrias, y en la que los Borbones dejarán su impronta llevando a cabo las primeras operaciones urbanísticas de equipamiento y ornato, que hoy constituyen las señas de identidad de nuestra ciudad.
Las grandes operaciones de reforma interior, la desamortización de los bienes eclesiásticos, el proyecto de ensanche y la introducción del ferrocarril, que tienen lugar a lo largo del siglo XIX, hacen posible la transformación de un Madrid cortesano en una ciudad moderna.
En el siglo XX, la apertura de la Gran Vía, la prolongación de la Castellana, los planes de vivienda de los años 50 y 60 y las políticas de equipamiento, rehabilitación e infraestructuras de los años 80 y 90, han hecho posible que el Madrid de quinientos mil habitantes de comienzos de siglo XX, se transforme en la moderna metrópoli que actualmente es.