La Asociación Católica de Propagandistas, la más paulina de las instituciones españolas del apostolado seglar, ha tenido y tiene desde su fundación en 1909 al Apóstol de los gentiles como Patrono. Así se subraya en sus estatutos y en su cotidiana mirada hacia san Pablo desde su oración: Omnia possum in Eo qui me confortat. Este patronazgo es casi una cuestión natural, pues el de Tarso, maestro de la palabra en discursos y cartas, se muestra como un guía idóneo para una institución, cuya misión es la presencia en la vida pública. Tanto el Padre Ayala como Herrera Oria le propusieron desde el principio como modelo, e invitaron ya a los primeros propagandistas a profundizar en sus enseñanzas, partiendo desde su principal virtud: la humildad. Humildad que debe llevarnos a desconfiar de nuestras fuerzas y a confiar en la ayuda de Dios. Pablo de Tarso escribe a los Propagandistas parte de estas premisas para invitar a perseverar en un estado de permanente alerta, en una continua y seria renovación espiritual, y en una invitación a acudir a su Patrono y tenerlo como verdadero maestro de espíritu.