Próximo Oriente está viviendo un proceso de polarización sectaria. En una situación de tensión semejante, todas las vías de entendimiento, todos los matices, se ven arrasados por las posiciones más radicales. La influencia creciente de Irán en la región es un factor en extremo desequilibrante en un escenario que ya de por sí se halla en endémico precario equilibrio. Pero más allá de la región, esa política expansionista iraní en el mundo árabe supone una amenaza para la paz internacional, por estar sostenida sobre un complejo juego de alianzas e intereses creados que alimenta el fantasma de los bloques, y por fomentar de manera espuria e irresponsable la sectarización religiosa, poniéndola al servicio de fines políticos. Porque como ríos recuerda en su presentación Ali Hussein Bakeer, una cosa es el chiismo y otra cosa bien distinta Irán y sus políticas.