Ana Frank nació en Alemania en 1929 y se exilió junto a su familia a Holanda al comenzar las persecuciones nazis. Pasó una infancia feliz, jugueteando por las calles de Ámsterdam, al abrigo de sus padres y hermana, y rodeada de amigos, ajena a la magnitud de la tragedia que se estaba desarrollando, pero pronto hubo de abandonar la inocencia de la niñez para adentrarse en una nueva vida clandestina donde la privación de la libertad y la supervivencia se convertirían en dos constantes. A los trece años, Ana comenzó a escribir un diario en el que narraba la vida cotidiana durante la Segunda Guerra Mundial y las repercusiones de la ocupación nazi. Después de más de setenta años, el diario, del que ofrecemos la casi totalidad, sigue tan fresco, interesante, conmovedor y hondo como cuando quedó tirado en el piso del refugio de los Frank.