A Dios amo y todo mi amor le pertenece. Le ensalzo y alabo. Nada quiero que salga de mi pensamiento, boca, pecho, cuerpo, alma o corazón, que no le pertenezca. Soy de Dios, mi alma es suya y a su servicio estoy. Cuanto sale de mi manera de entender, es una planificación de los cielos, para que los cielos exalten la gloria de Dios. Fruto de su amor es el hombre, la humanidad, el orbe, el viento, el aire, la semilla, el agua, el trabajo, la paz, el amor. Todos tenemos una función que cumplir en el mandato del Señor. Todos somos parte de una parte de Dios. Lo hagamos bien o mal, la vida se va en el rictus de una sonrisa. Para nacer a una nueva vida. A la eternidad.