Vida y muerte, amor y desamor.  A todas luces, estos son los cuatro pilares fundamentales sobre los que descansa 111 Sonetos Netos. Este es un poemario profundo, sin medias tintas, con frecuencia doloroso y desgarrador, pero, asimismo, tremendamente delicado y tierno. El recurso que le da forma es el soneto clásico como una autoimposición premeditada y como un reto de exigencia poética: narrar la vida a través de un marco morfológico definido, estricto y riguroso. Los sonetos que dan entidad a esta obra son fruto de la producción poética más reciente del autor y desfilan en las páginas del libro respetando la cronología de su concepción. Así pues, sin trampa ni cartón, el autor da cuenta y levanta acta de su sentir más íntimo a lo largo del tiempo empleado en la redacción del manuscrito, a veces chocando de bruces con la contradicción y la congruencia, con la euforia y el desaliento, con la ensoñación y la más cruda realidad, pero siempre fiel y leal al común transcurrir de los días. Días repletos de relaciones y de conexiones con el entorno cotidiano, con esos personajes maravillosos de su tragicomedia personal y que el poeta nomina y subraya a lo largo del texto mediante las numerosas dedicatorias que incluye. Somos nosotros y somos los demás porque somos esponjas en vidas de otros. 111 Sonetos Netos es el corazón de un poeta, es espejo y escaparate, es un cajón abierto, es un roto en el bolsillo, es la colada tendida, es un desnudo integral.