Las mujeres de hoy en día pueden tener todo lo que desean pero el mayor problema es que muchas de ellas se pierden en una multitud de opciones y ¡no saben con claridad lo que quieren!
Querida mujer, pregúntate: ¿Qué es lo que realmente esperas de ti, de tu vida? ¡Acepta que no puedes controlar todo! No puedes cambiar personas o tiempos. ¡Pero lo que sí puedes hacer, es cambiarte a ti misma! Confía en ti y siempre camina hacia delante con seguridad, con la frente en alto y con pasos firmes por el sendero de la vida que Dios, con tanto amor, te regaló.
De cada experiencia aprende tu lección y no te preocupes de lo que van a decir o pensar los demás. Ese es su problema. Tu tarea es ¡amarte a ti misma y reconocer tu grandeza!
¡No te rindas! ¡Cree en TI! No pierdas la magia. Eres mujer. ¡Eres única, especial, increíble y maravillosa tal como eres! Tú sabes que la felicidad no significa TENER sino SER. Eres fuerte por tu fe, por tu perseverancia y por tu optimismo.
Elige ser feliz porque solo siendo feliz podrás hacer felices a los demás. Aprecia estas cosas sencillas y verás como se convierten en grandes motivos de alegría.
¡Sé tú misma y disfruta de tu viaje! Porque siempre, tu camino es más importante que tu destino. ¡Tu camino es tu destino!
Levántate cada mañana y dile al mundo: «Soy una mujer hermosa, fuerte y valiosa, una mujer que vivirá este día de manera completa y segura, sin temor a lo que digan, piensen o hagan los demás. Entonces el mundo sabrá que tú eres amor, poder, esperanza, armonía, paz, felicidad y que... ¡Eres una mujer!».