POESÍA FONÉTICA

POESÍA FONÉTICA

978-84-8427-118-5 / 9788484271185
La poesía abstracta -y éste es un gran mérito- ha liberado la palabra de sus asociaciones, valora la palabra como palabra y, en especial, el concepto como concepto, sin dejar de tener en cuenta el sonido. Esto es más consecuente que la valoración de los sentimientos poéticos, pero todavía no es lo bastante consecuente. Aquello a lo que aspiraba la poesía abstracta es a lo que igualmente aspiraban, sólo que de manera más consecuente, los pintores dadaístas que valoraban el contraste de los objetos reales pegándolos y clavándolos unos junto a otros en un cuadro. Aquí los conceptos aparecen más claros que en su significación traducida en palabras. Tampoco considero consecuente tomar el sonido como soporte del poema, puesto que el sonido sólo es unívoco en la palabra hablada, no en la escrita. La poesía sonora sólo es consecuente en un caso: cuando nace en el momento en que el artista la recita sin antes haberla escrito. Hay que distinguir estrictamente entre poesía y recitación. Para la recitación, la poesía es sólo material. A la recitación le es incluso indiferente que su material sea o no poesía. Se puede, por ejemplo, recitar el alfabeto, que originariamente es sólo una forma de carácter utilitario, de tal modo que el resultado sea una obra de arte. Sobre la recitación habría todavía mucho que escribir. La poesía consecuente está construida con letras. Las letras carecen de concepto. Las letras en sí mismas carecen de sonido, sólo ofrecen unas posibilidades sonoras que serán valoradas por el recitador. La poesía consecuente valora el contraste entre las letras y los grupos de letras (Kurt Schwitters).
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