El instrumento de poder aeroespacial ha sido un instrumento militar clave en la mayoría de los conflictos recientes, principalmente, por su flexibilidad y rapidez de respuesta, pero también por la capacidad de adaptación para poder enfrentar una amplia gama de escenarios, operando y produciendo los efectos deseados en múltiples dominios.
En las dos últimas décadas se ha pasado de la necesidad de coordinación a una paulatina interdependencia entre los distintos dominios físicos (terrestre, marítimo y aeroespacial) y virtuales (ciberespacial y cognitivo) que interactúan cada vez más entre sí. Caminamos, por tanto, hacia un nuevo modelo multidominio con un mayor grado de interdependencia, interacción y sincronía y con un ritmo de batalla mucho más rápido, en el que la integración y sincronización de operaciones a varias velocidades y con un alto componente dinámico será un importante reto.
Parece cada más evidente que en el futuro los conflictos y operaciones tendrán lugar en todos los dominios, lo que, unido a su creciente interacción, obliga al instrumento de poder aeroespacial a buscar el máximo de flexibilidad e interoperabilidad y a ser cada vez más capaz de afectar, de forma integrada, el multidominio, así como protegerse del mismo, reto que debe ser abordado sin dilación.