Se caracteriza la literatura de mina por incluir una serie de motivos o temas recurrentes entrelazados en mitos o simbolizaciones de enorme eficacia retórica, entre ellos los esfuerzos de los mineros, los ejemplos de solidaridad, su compañerismo, su conciencia militante alternativa y sus modos de organización y lucha reivindicativa. Imágenes que cobran ahora, en el declive de la minería como fuente de energía básica de los países capitalistas desarrollados, nueva fuerza al añadirse el bagaje nostálgico a las imágenes construidas. De esta tradición minera brotan los relatos del colectivo langreano Les Filanderes, tradición bien sabida por ellas que han nacido y vivido en una región y una comarca como la cuenca del río Nalón que participa de esa tradición. Ellas continúan también en el camino de otras escritoras que se han ocupado a lo largo de los tiempos del mundo minero (de María Teresa León a Dolores Medio). Estamos, no podía ser de otra manera, ante una literatura comprometida con la realidad, desde la asunción consciente del pasado histórico, que apuesta activamente por la pervivencia de las cuencas min