Un grupo de peredianos cántabros, en colaboración con un antiguo nazi húngaro que ahora trabaja para la CIA en Estados Unidos, un médico llamado Nemes Puta, profanan la tumba de José María Pereda (novelista cántabro del siglo XIX) para hacerse con su pelvis y a partir de ahí obtener las células necesarias para su clonación. La idea es crear un ser clónico de Pereda, al que casar con una nieta del nazi Mengele, que pasó por Santander una temporada antes de embarcar clandestinamente hacia Latinoamérica. Capitanea el grupo de peredianos el director de un periódico local, hijo de un ex divisionario (de la División Azul) amigo tanto de Mengele como de Ernst Jünger (Jünger, a su vez, había preñado a la madre del director del periódico en cuestión, de lo cual nació su hermano menor).
El experimento fracasa porque Nemes Puta y un general de la CIA, el general Vernon, en realidad lo que quieren es montar una hamburguesería en Santander. Nace, pues, una suerte de minotauro, un ser a medias hombre y a medias toro cebú, que preñará a las mujeres y a las vacas, para mejorar tanto la raza cántabra de intelectuales como la cabaña de ganado de la tierra. La novela, al margen de toda esta fantasía, es una sátira de la vida provinciana, situada en Santander pero extensible a cualquier parte, en la que el conservadurismo, también el literario, no es más que trasunto de un fascismo esencial que aún colea en buena parte de la llamada nación española.