Con el corazón en la boca recorre un territorio emocional y sensual, el territorio del recuerdo recuperado. Todas las edades arqueológicas de la piel del autor están exploradas aquí, paisajes encendidos de erotismo, de obsesión, y, sobre todo, de amor como señala la poeta Ariadna G. García en el prólogo.

Este poemario se deja leer sin etiquetas. Es desnudo, confesional, capaz de conmover a cualquier lector o lectora que haya vivido, como se dice en uno de los poemas, la extrañeza: los besos torpes, las miradas breves, los silencios por los que escapa el tiempo.

Quién no se ha sentido "con el corazón en la boca" alguna vez, o muchas.