En otra era, cuando los Eskarkams y los Lûbias volaban libres y la raza célica, imperecedera al tiempo, gobernaba el Latifundio Antiguo como único reino, fueron momentos de paz. Muchos siglos después desde otros confines llegó el hombre y codició los dominios asentados; resurgió el miedo en los ojos; crueles cambios levantaron viles cortinas de humo, cargando bajo los cielos períodos oscuros de guerra y sufrimiento. Hombres y Célicos enfrentaron sus ideales; muchos murieron, demasiados. Tristemente, la raza inmortal fue arrinconada y expulsada a otros límites. Pero cuentan, que la nueva Tierra Célica nunca desapareció por completo. Desde entonces, quedó vagando por encima de las aguas del Océano Díscolo, lejos de los hombres, lejos de su mezquina soberbia.Sin embargo, el hombre no detuvo su afán, ambicionaba más; y lucharon hombres contra hombres, y se enfrentaron a razas salvajes que vieron peligrar sus dominios. De ese modo el Latifundio Antiguo quedó sesgado en reinos y gobernado por desiguales reyes. Almaranthya, Verdya, Hydo-ò, Gershya...El Pacto de los Cielos se instauró como medida y volvieron eras de calma y letargo. Si bien, los Célicos jamás regresaron.Una noche, todo iba a cambiar el curso de las cosas. El joven Evhan Shar, príncipe de Almaranthya, y su amada Lanyamell, de raza célica, fueron sorprendidos y asesinados por cinco almas oscuras en Los Abismos de las Mil Bocas del Mundo. ¿Un temible castigo o una sangrienta venganza? Por toda respuesta los hombres y las razas salvajes quedan dividas. Desde ese momento ya nada volvería a ser igual en las tierras de Almaranthya.No obstante, bajo la triste sonata del príncipe y su amada nace un niño, Dhàniel. Con él la esperanza empieza a resurgir como dictan las runas del Libro Sagrado. Esta es una historia de brillo y sombra, de amor y desengaño, de espadas y conjuros, de placer y sufrimiento. La historia de todas las historias. Si te gusta soñar, adéntrate en el maravilloso reino de Almaranthya y vive el sueño.