Los amotinados no pretenden ninguŽn objetivo revolucionario. Lo que quieren es no pagar impuestos porque no tienen dinero. Se quejan de las desigualdades que acarrean las sisas, es decir, los impuestos indirectos. Piden se grave la riqueza, pero no el consumo.

El poder judicial del nuevo reŽgimen liberal no puede tolerar que haya inculpados que burlen la ley; ademaŽs es peligroso que posibles liŽderes anden sueltos por los pueblos cercanos comentando la revuelta popular, ocurrida en Peralta, contra el impuesto sobre el pan.

«Se pidan por ahora al Excmo. Sr. CapitaŽn General de esta provincia 60 fusiles bajo la responsabilidad de esta CorporacioŽn municipal para que la misma seguŽn su prudente arbitrio los deposite en personas de arraigo.»

Estas revueltas populares nos han dejado un legado eŽtico, diferente al comportamiento inmoral de la oligarquiŽa, que puede calificarse de humanismo popular.

La ignorancia y aparente ingenuidad de los declarantes no eran otra cosa que la expresioŽn de la solidaridad vecinal, la conciencia de una cierta identidad comunitaria.